Esta niñita rubia soy yo con 4 años.
Evidentemente no soy la misma que con esta edad, la vida es puro cambio, de pensamientos, valores, de sentimientos y de percepción de nuestra realidad.
Cuando era pequeña, la vida pasaba a otro ritmo, el año era larguísimo, de verano a navidad pasaba un siglo. Hoy en día sin embargo, los años pasan rapidísimo, parece que cumplo años de diez en diez.
La seguridad y sensación de protección emanaban de mis padres, aunque por paradójico que parezca, no me daba sensación de vivir en un mundo con peligros y pensaba que la humanidad entera «jugaban juntos en fraternidad» al igual que yo con otros amiguitos a los 5 minutos de conocernos en el parque.
Sin embargo, con esta niñita sigo compartiendo ese niño interior que me lleva a ser curiosa por las cosas que me rodean, a jugar con otros adultos como niños cuando se presta la situación, a conocer a otras personas pensando que en principio todo el mundo es bueno, pero hay gente con la que conecto y gente con la que no.
Creo, que nunca debemos perder a ese niño interior, este nos ayuda a con nuestro interior, y nos ayuda a reconciliarnos y reparar nuestro pasado.
Si visualizas al niño Interior y piensas en qué necesidades no fueron satisfechas, en qué experiencias potentes negativas experimentó o vio, si en ciertos momentos no tuvo guía o consejo, y ahora tu yo adulto le consuela y le dice que ya no va a sentir carencias afectivas ni falta de dirección ni consejo porque ya está el para responder a sus necesidades, somos capaces de calmarlo y sanar emociones.
Recuerda, que la capacidad para cuidar de ti mismo está en tu interior y que aunque seamos seres sociales, nuestro deber es tratarnos, hablarnos y comprender el valor que tenemos, solamente por haber nacido seres humanos.
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