Al producirse una pérdida o cambio importante en nuestras vidas y que para nosotros tenía una importancia vital, podemos empezar a sentirnos muy tristes y añorantes ante su ausencia. Esto es normal, es adaptativo y nos ayuda a realizar un proceso sano de duelo.
Sin embargo, si a partir de aquí empezamos a ver nuestra vida, como un fracaso, o que sólo está compuesta de cosas negativas y no reparamos ante las cosas buenas, la balanza se puede ladear hacia el lado negativo y empezaremos a verlo todo de color negro, en vez de ver que la vida tiene su aspecto menos positivo y su aspecto de cosas agradables, buenas.
A partir de aquí si se intensifica nuestro malestar emocional y nos sentimos muy tristes, cansados y con desesperanza, así, podemos empezar a dejar de hacer cosas que nos gustan y perder motivaciones que nos daban impulso a nuestra vida y sentido a nuestra existencia.
Así se forma un círculo vicioso en el cual pierdo motivación y objetivos, lo cual me produce tal malestar emocional que empiezo a dejar de hacer cosas que me agradaban, con lo cual vuelvo a perder reforzadores que incrementarán el dolor y así iremos retroalimentando la depresión.
Además todo esto puede venir sazonado con sentimientos de inutilidad y/o culpa, pensamientos negativos de uno mismo, el mundo y el futuro, desesperanza, pérdidas en el área social, laboral…lo cual hará que la depresión se agrave y se cronifique.
Rompe el círculo de la depresión, empieza a retomar esas actividades agradables, busca nuevos objetivos y motivaciones, y sobretodo no te aísles, apóyate en tus seres queridos.
Si aún así no consigues remontar pide ayuda a un profesional de la psicología, te acompañará en el proceso de romper las cadenas de la depresión y de volver a ser quien tú eras antes.
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