“El aborto. Repercusiones psicológicas”

Cuando estás buscando el embarazo, por lo general, no ocurre en el primer ciclo de intento. De hecho según comenta Eva Calvo: “Los científicos han descubierto que esa cifra son, exactamente, cinco meses y dos semanas”. Así que hemos de contar con la tan necesaria -y en ocasiones frustrante- paciencia.

Pero cuando ocurre el milagro y por fin, el test de embarazo da positivo, te embarga una sensación de felicidad y plenitud y una ilusión que desborda tus expectativas y es en ese momento cuando olvidas -si es que ha ocurrido- la frustración y la ansiedad de que van pasando los meses y no quedas embarazada.

Entonces vas a la matrona, te toma los datos, te revisa las mamas y te pesa y te da las citas con el tocólogo y para futuros análisis sanguíneos. Y apunta todo esto en tu cartilla de embarazo, que a partir de ese momento se convierte en el mayor tesoro literario que posees.

Ya por fin, llega la tan esperada cita con el tocólogo, vas a ver a tu bebé, a oír latir su corazón. Pero de repente el mejor día de tu vida, se convierte en el peor…no se detecta latido cardíaco y el tamaño no corresponde a las semanas de embarazo de tu hijo. Te embarga una tristeza y un miedo como nunca has vivido…Aún así, el tocólogo mantiene tus esperanzas, te dice que es posible que la ovulación ocurriera después y que el bebé realmente tenga menos semanas de las que en principio tocaría. Así que te dan cita para dentro de dos semanas y te vas con gran intranquilidad a casa.

A los pocos días sucede lo inevitable, y se produce la hemorragia, escapando de tu cuerpo, tu tesoro, tu pequeño milagro. El aborto espontáneo ocurre y todo termina entre lamentos, tristeza y dolor, mucho dolor de cuerpo y de alma.

El estado de ánimo, puede verse alterado, entonces hay repercusiones psicológicas a las que debemos atender. No podemos y no debemos evitar estar triste, no olvidemos que estamos ante un duelo y éste se cura permitiéndonos estar tristes, llorar y “colocar”al bebé -que aunque no va a nacer sí sentíamos ya como hijo- en su lugar. Otros sentimientos que también suelen aparecer son la sorpresa, la incredulidad y la culpabilidad (habré hecho algo mal o mi pareja). La sorpresa y la incredulidad nos preparan para afrontar los cambios. Y con respecto a la culpabilidad, ésta no existe, la naturaleza cuando algo no se forma bien detiene el proceso, aunque sólo se trate de una celulita que no se ha posicionado bien. Os propongo aceptar todas las sensaciones y sentimientos que sintamos, es la forma en que nuestra mente favorece y “cura” la gran herida hecha en nuestra alma.

En este momento se vuelve imprescindible la comprensión y el apoyo de familiares y amigos. No hace falta recibir un gran discurso, en ocasiones simplemente un abrazo, un beso, unas caricias, llegan más a fondo que las mejores palabras de consuelo.

Hay varias cosas que podemos hacer para aliviar el duelo como expresar el dolor por lo sucedido a los demás, pero también darse permiso para no pensar un rato al día en el aborto, pasear y disfrutar del sol en la cara.

Si tenemos pareja hemos de tener en cuenta las distintas formas de expresar el dolor, en ocasiones la pareja expresa poco o no tiene ganas de hablar, pero los sentimientos existen, aunque no se expresen. No hemos de olvidar que él o ella iba a ser padre o madre también. Hemos de respetar sus tiempos.

Por último no puedo dejar de comentar el tan famoso y desafortunado refrán de ámbito sanitario: “Mujer legrada mujer preñada”. Es como si quisiéramos ocupar el lugar del hijo no nacido enseguida y esto es contraproducente. Mi consejo es superar el duelo, dar el lugar a nuestro hijo no nato. Y una vez ya restablecido cuerpo y mente, y si me apetece, buscar un nuevo embarazo.

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